Queso con limón

No es cualquier queso, no es cualquier limón.

No me juzguen

Cómo sería un día sin pensar en ella, al menos una mañana. Que lo primero que recuerde al abrir los ojos no sea su rostro; esa mirada de grandes pestañas y ojos penetrantes color miel; esa piel cálida en invierno y ardiente el resto del año. 

Me conformaría solo con una tregua en mis sueños, el buscar cualquier excusa para incluirla en mis viajes nocturnos por muy cortos que sean. El hecho de que hasta en mis pesadillas más temibles está, una veces de monstruo que me persigue y otra de heroína. Mi subconsciente siempre me juega esas malas pasadas y yo como una hoja en un inmenso océano solo me dejo llevar.

Me preocupa que después de unos años la tenga tan presente como el primer día que decidió no seguir con la relación, ese cuando fue y a la vez se quedó. Es algo difícil explicar esta situación, la cual no deseo a nadie.

Lo peor no es tenerla presenta un día sí y el otro también, sino el hecho de que ya me acostumbré a sentirme así: por la mañana despertador y sus ojos mirándome dándome los buenos días. Solo me queda suspirar y tragar en seco. Algunas veces he llegado a considerarme obseso con el tema, pero eso solo lo guardo para mí y no lo comparto con nadie. Confieso que me da un poco de vergüenza pensar que un día volverá, pero aveces los sueños también se cumplen.

Por favor, no me juzguen.

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