– Chicos hay una cosa que me tiene preocupada y no sé si contarles. – Dice Violeta casi terminando su plato de estofado de carne con patatas fritas.
– Si no lo quieres contar no pasa nada. – Le contesta Adri en tono despreocupado, pero los dos sabemos que queremos escucharlo y ella contárnoslo; de no ser así simplemente no habría sacado el tema.
-Está bien, les voy a contar. Resulta que mi chico quiere quedar con un grupo de chicas y hay una de ellas que es un putón. Es más, si no va ella me daría igual, por eso se lo prohibí. – Se sincera ella. Lo poco de comida que queda en su plato ya no parece interesarle.
– Pero Viole que tú no puedes ser así.- Le reclama mi compañero, sentado a mi derecha en una de las por lo menos 30 mesas que ocupaban el salón comedor del restaurante en Plasencia.
– Ya, es que me da mucha rabia que vaya la tía esa.
– Tú ten en cuenta que si va a ser algo malo lo hará cualquier día, salga con quien salga.
– Sí sí, lo que tú digas, pero no puedo dejar de pensar en que vayan a salir en grupo. De hecho me invitó y yo le dije que no quiero ir y que él tampoco irá. Yo soy así y punto.
– Pero la gente cambia. Siempre se puede cambiar para mejor. – Sugiere el chico y traga un trozo de su secreto ibérico casi terminado. Yo sinceramente quiero decirle lo mismo más no pretendo renunciar a mis boquerones fritos para entrar en la discusión. Me limito a escuchar y asentar con la cabeza cuando estoy de acuerdo con algo.
Hasta el sol de hoy he visto cambiar a mucha gente (para bien y para mal). Siempre procuro que traten de ser mejor persona contándoles experiencias propias, de conocidos y terceros. Yo confío en la capacidad que tiene el ser humano para superarse y dar lo mejor se sí, solo que hay veces que parece imposible dado el “carácter” y voluntad de cada uno.
Mi opinión es que se encierran en ellos mismos y creen que lo hacen bien, obviando que siempre hay una versión superior. Peor aún es cuando saben que hacen mal y se excusan en su “personalidad” para no obrar de mejor manera, como el caso de mi amiga. Me extraña su comportamiento porque es una de las personas más extrovertidas y simpáticas que conozco, pero en cuestión de relaciones siempre es distinto.
No me sorprende que Adri la increpe de esa manera que, aunque sutilmente entrelíneas dejaba ver su preocupación, seguro está cansado de ver este comportamiento entre sus amigos. Lo vi muy decidido. Se nota que sabe lo que dice.
La gente egoísta tiende a creer que siempre tiene la razón y pierde la oportunidad de aprender a mirar desde otro punto de vista, cosa fundamental para crecer según mi punto de vista. Estoy seguro que en un futuro próximo ella cambiará su postura respecto a lo que piensa en este momento. Es muy inteligente.
– ¿Cuándo es la salida esta? – pregunta Adri. La camarera retira el último plato de la mesa.
– Dentro de dos semanas. – Contesta Violeta a malas ganas mirando fijamente a la mesa con los brazos cruzados .
– Pues ya sabes lo que tienes un hacer.
– Por lo menos tengo tiempo para pensarlo. No prometo nada.

Deja un comentario