Han tenido que pasar casi 10 años para volver a escribir una nueva entrada en este blog. Vine hasta WordPress a crearme uno y resulta que ya estaba este, así que decidí retomarlo ya que apenas tenia una publicación que tomaré de referencia.
Leyendo hace unos días »La Encrucijada», única publicación hasta entonces en este blog, recordé la necesidad de escribir lo que me pasaba en esos días. Estaba recién graduado y dudaba de a que quería dedicarme en verdad, mas con certeza la cosa apuntaba lejos del periodismo. Un par de meses después vendría a España, país en el que resido desde entonces y en donde he tenido un vaivén de ideas interminables relacionadas con mi futuro a corto plazo. Se puede decir que estoy igual que antes, pero con 34 años.
Si leen el post anterior notarán que hablo de caminos, pueblos y ciudades; pues desde entonces he recorrido muchísimos caminos, pernoctado en varios pueblos y vivido en ciertas ciudades, de hecho actualmente estoy en una donde dudo permanezca mucho tiempo (eso dije hace 5 años). Esta vez ha sido más causalidad que casulidad, ocasionada por la pandemia que ya hablaremos en otra publicación.
He aprendido que de estar tanto tiempo en un sitio acabas acostumbrándote, cosa que yo siempre he criticado, pero que si no experimentas no puedes opinar con certeza ya que es algo que no meditas si no que simplemente pasa y no te das cuentas, hasta el momento en que te miras en el espejo y ves que empiezas a perder el cabello y las canas afloran en tu barba. A veces también eres consciente de la situación y el no querer salir de tu zona de confort te lleva a mirar a otro sitio y hacer como si nada ha pasado, aún sabiendo que tarde o temprano tendrás que enfrentarte a la realidad y es cuando vienen los arrepentimientos aunados a los pensamientos como: »qué habría pasado si yo…» o »si yo tuviese 10 años menos…», totalmente ignorante a que cada día es una nueva oportunidad y que las cosas pasan cuando tienen que pasar, pero hay que estar preparados.
Lo peor de todo esto es no saber a ciencia cierta si estoy en un ciudad, en una encrucijada o de camino a ella. De lo que sí estoy seguro es que de estar en una ciudad sería lo suficientemente grande, con muchos senderos sinuosos carentes de vestigios que nos indiquen por dónde ir. Puede ser que ese sea el verdadero significado de la vida, enfrentarse a un sendero diferente cada día y por eso recalco lo de estar preparado.
Llevo varios años en una especie de limbo en el que me cuesta distinguir una cosa de otra y esto hace plantearme que en realidad nunca he llegado a una ciudad desde que salí de la isla, que solo he recorrido caminos y he dormido en algunos pueblos sin darme cuenta. No ha sido una andada fácil, mas he aprendido muchísimo y con eso me basta, así que seguiré caminando hasta donde me lleve el sendero y cuando sepa hacía cuál ciudad he decidido ir ahí estará mi encrucijada para tomar el rumbo correcto. Así lo decreto desde hoy.

Deja un comentario