-Es imposible no fallar una nota.- me dice mi profesor de trombón un día en clase, pero los dos sabemos que hay eminencias que bien sea por trabajar mucho o por haber nacido con un don, prácticamente dan todas la notas. Por lo menos es lo que se ve en sus recitales.
Virtuosos como Christian Lindberg, mi favorito; Joseph Alessi o Marshall Gilkes están en otra atmósfera musicalmente hablando, y seguro que al igual que todos nosotros tienen un mal día, solo que ellos pueden permitirse el lujo de que hasta una nota entrecortada o desafinada les suene bien. Ahora, las comparaciones son odiosas, como dicen por ahí. Sabemos que es bueno tener referencias dentro de los ámbitos en los que nos desarrollamos, ya sean profesional o personalmente, pero debemos tener claro que por mucho que nos esforcemos y sacrifiquemos nunca llegaremos a igualarlos, al menos, claro está, que tengamos ese duende que les caracteriza, pero convengamos que es un porcentaje muy pequeño de personas que lo logran y éstas pasarían a ser la referencia de otros. Sería como una cadena por verlo de alguna forma.
-Tienes que vocalizar más porque la flexibilidad está con escalones.- prosigue mi maestro, quien ya me ha explicado esto unas cuantas veces y soy consciente de ello, pero mi cabeza no ha hecho el »click» para encontrar ese punto ideal en el que mis labios, mi lengua y el flujo de aire se sincronicen para lograr que las notas suenen igual de ligadas y definidas.
-Que sepas que he dedicado mucho tiempo a esto que me dices y de cada 10 veces que lo hago me suena bien dos o tres.- le recuerdo al profesor- no sé si es que tengo que echarle mas rato o no estoy haciendo lo correcto.- insisto.
-Tú sigue »picando piedras» que algún día saldrá, y si no ya buscaremos otros medios para conseguirlo.- me anima.
Con respecto a lo de echarle más tiempo al estudio, me habla de un compañero suyo de estudios que desde joven ya era muy bueno y ahora es solista en una importante orquesta sinfónica del país; que los dos le dedicaban mas o menos las mismas horas al día, pero como hablamos antes hay gente que nace con un don y obviamente éste sobresalía entre sus compañeros. También me cuenta de un par de alumnos que están ahora en el Grado Superior y que son muy buenos, pero por poco disciplinados no son aun mejores, que muy pocas veces se les veía fallar alguna nota. Yo puedo dar fe de ello que los escuché en alguna ocasión y me sorprendió su ejecución.
-No tengas miedo a fallar que todos lo hacemos.- termina por motivarme el profesor.
-Creo que Descartes se equivocó. Debió haber dicho »La cago, luego existo». Eso nos hace más humanos que pensar…- bromeo.
-Venga, calla y toca que no hemos tocado nada hoy.- me corta.

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