Salí de casa con la seguridad de que ese trabajo sería mío. Camisa azul de cuadro -que solo usaba para las ocasiones especiales- acompañada de un corte de pelo de esa misma mañana y un Carolina Herrera 212 que me precedía y sucedía a donde quiera que fuera. En mi cabeza nada podía fallar en esa entrevista y volvería a casa con el contrato entre mis manos o al menos un “has pasado a la segunda fase” en vez de un “ya te llamaremos”.
Trabajar en una casa de apuestas nunca estuvo en mis planes, pero creía saber de deportes y encima tendría la oportunidad de ver gratis todos los partidos del mundo. Luego para “asesorar” a los clientes, por lo que de verdad estaba ahí, ya consultaría a un amigo que es un ludopata perdido.
—¿Henry verdad? Sígueme, el señor de la Osa te está esperando.—Me ordena una de las azafatas que estaba dentro del local donde me citaron.
Era una sucursal de una reconocida marca del mundo de las apuestas y nunca supe por qué la entrevista fue en un restaurante contiguo de comida alemana, el cual estaba vacío salvo por un camarero que limpiaba la barra y un señor de camisa blanca y corbata negra sentado en una mesa. Éste no me quito el ojo de encima desde que entré por la puerta.
—Siéntense, por favor.—Me invita señalando un sitio delante suyo.
La azafata le entrega mi currículo, me desea suerte y se marcha. El señor le da una ojeada rápida sin emitir ningún gesto.
—¿Sabes mucho de deportes?— me preguntó mirándome a los ojos.
—Obviamente.—Le dije sin titubear.
Hubo una pausa de cinco segundos que supieron a 30.
—Muy bien. Ahora mismo te voy a demostrar que no sabes nada.
No me preocupaba porque había hecho los deberes de mirar las tablas de posiciones en las principales ligas de fútbol de Europa, así como la NBA y la MLB. Con eso pensé que bastaría. Tengo un amigo aficionado a las apuestas y es donde invierte el dinero casi siempre.
—Nómbrame al menos tres golfistas del top 5 del raking mundial.—Me sorprendió el hombre.
—Rory McIlroy.—Fue el primer nombre que se me vino a la mente. Hice de caddie en mi adolescencia y de vez en cuando echaba una ojeada a la sección de golf, cómo pasó esa mañana.
—Dos más.— insistió.
—Tiger Wood.—Bromeé solo por tratar de sacarle una sonrisa, pero no funcionó.
Volvió a ojear mi currículo, lo puso a un lado de la mesa y esta vez suspiró. En ese momento pensé que había terminado la entrevista; sin embargo, decidió seguir.
—Líder de la liga Argentina.—Soltó rápidamente.
—Boca.
—Muy bien.
—Ganador de la última carrera de Fórmula 1.—Prosiguió.
—Ahí si me has pillado porque casi no la sigo, pero el de Moto GP fue…
—Esa no fue la pregunta.—Me interrumpe seriamente.
Sin apartarme la vista coge nuevamente mi currículo y lo deja delante de él boca abajo.
—Una última pregunta, ¿Quién es el líder de la NFL?—Remató.
Ni traté de responder, estaba pillado por todos lados. Este deporte apenas lo conocía y tampoco tenía idea de que en España se siguiera.
Tomó nuevamente mi currículo y lo dobló por la mitad.
—Mira Henry desde que entraste por esa puerta yo sabía que este trabajo no era para ti, solo quería ponerte a prueba.—Se confesó soltando por fin una mueca de sonrisa.
Tras este gesto abandoné mi tensionada postura erguida, descrucé las manos apoyadas en la mesa y sonreí. Ese fue mi lenguaje y él lo entendió.
—Me alegra que te hayas relajado. Las personas como tú no pertenecen a este mundo.—Me sorprendió nuevamente.
—Muchas gracias.—Le respondí sorprendido. Jamás esperé ese consejo en una entrevista de trabajo.
—¿A ti qué te gusta?—Siguió.
—La música.
—Pues a por ello Henry. Que tengas un buen día.—Estiro su mano y me mostró la salida de una manera muy amable.
Necesitaba ese puesto porque estaba en un momento económico no tan bueno y esa entrevista me dio algo más que dinero: Demostrarme que era capaz de cualquier cosa. La cuestión ahora sería por dónde empezar y no se me ocurrió otra idea que llegar a casa y grabar un cover de varias canciones. Al cabo de unos días lo envié a una orquesta que buscaban cantante y ahí estuve nueve años. Que curioso que fui a por un trabajo y acabé en otro, aunque este último no lo consideraba como tal.
A veces pienso que me gustaría encontrarme a este señor y darle las gracias. Que la vida se encargue de ello.
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