Olvidé que soy artista. Me las ingenié para acallar las melodías y los versos que emanaban de mi cabeza; todas esas voces con ideas para canciones, libros, etc. Nublé mi mente para que no asomase por ahí el más mínimo atisbo de un plano fotográfico siquiera.
Sencillamente me dediqué a ser un autómata, lo que siempre he criticado. Trabajar, comer, dormir, y pensar que eso está bien, tanto así que en algún punto me lo creí. Había aceptado mi destino. Lo que me tocaba luego de probar las mieles de los escenarios todo había llegado a su fin, como algún día me dijo un vidente: que viviría de la música, pero no para siempre.
Al menos no había dolido tanto como pensaba, que era una de mis mayores preocupaciones. Me cogió en esa etapa de crecimiento personal, la mayor de mi vida, quizá por eso no tuvo tanto impacto o tal vez porque algo en el fondo sabía que volvería, mas estaba convencido que se había terminado.
No pensaba en nada al despertar, salvo en una sola persona, y eso era lo que necesitaba. Mis problemas financieros se fueron, pues trabajaba prácticamente todo el día y no tener descanso como tal se transformó en más ingresos y menos gastos en ocio. Todo esto pasó en apenas pocos meses.
No sé si quería saber más de la música, lo cierto es que no volví a tocar, incluso pensé en vender mis instrumentos, y solo cantaba por gusto las canciones que me encantaban hace años.
Un día una compañera del “mundillo” vino a verme al local en el que trabajaba y me dijo a modo de regaño: “no sé qué haces aquí, que no se te olvide que eres artista”. Esas palabras despertaron en mí el monstruo dormido que yo creía muerto. Fue como silbarle a una jauría de lobos y obtener la atención de todos al mismo tiempo. No exagero si digo que en un segundo vi pasar los últimos diez años de mi vida frente a mis ojos, como si me hubiera muerto, yo diría más bien renacido. ¡Eureka! Ahí estaba la respuesta, había olvidado quién era, había perdido mi esencia y necesitaba recuperarla. Esa misma persona había sembrado una semilla y me llamaría unas semanas después para ofrecerme trabajo cantando en una orquesta, el cual dudé en aceptar, pues había dejado una hacía pocos días y no quería que pensaran que me había cambiado de una a otra, pero hace tiempo que las opiniones de la gente me dan igual, así que luego de meditarlo bien mientras pasaba vacaciones en Canarias, acepté y renuncié a mi trabajo en el restaurante. Mi vida se encausó nuevamente por el lado artístico. No sé lo que durará, mas estoy aprendiendo a vivir en el presente y es lo hago ahora mismo. Volví a ser yo
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